21.11.16

The Arrival. La llegada. O el cine hecho Arte.

No voy a perder Tiempo explicando qué ha sido de mí durante estos años de ausencia. Principalmente, porque no hay mucho que explicar, y eso ya es suficientemente doloroso.

Quiero hablar de la película que he acabado de ver hace dos horas (¡yaaaa!) y me ha dejado con tal cóctel de sentimientos y conceptos en mi interior, que ha sido como una eucatástrofe (conviene recordar a Tolkien de vez en cuando, ¿no?).

La Llegada. The Arrival. La película de ciencia ficción que eleva el cine a otro nivel de arte. Sí, lo llaman séptimo arte, pero demasiadas películas palomiteras y de placer culpable relegan a excepción a productos como este. Esto trasciende a las dos horas delante de una pantalla. Estoy segura que si alguien ha entrado con palomitas al cine, no se las ha acabado. O a ellas, o a la película. Yo me entiendo. Y que conste que disfruto también con el cine palomitero, y llevo demasiados años cediendo al placer culpable visual y escrito. Pero a veces, a veces... A veces viene algún iluminado que parece tener el código de la Creación en su cabecita. Y eso es lo que ha provocado Dennis Villenueve con su última película.

Sicario, la única película que vi de este director antes de La Llegada, me gustó, pero no habría podido ser ningún aviso de lo que estaba por venir. Sí, la banda sonora, la tensión que va transmitiendo, los planos estáticos, leeentos, pero hermosos... Los primeros planos... creo recordar que todo eso es común. Con Sicario disfruté de buen cine. Con La Llegada aún podría estar con la boca abierta. Es más: mañana muy probablemente me despertaré con la boca abierta. Jeje.

Aunque no me imagino a nadie entrando a curiosear en este blog lleno de moho y polvo, aviso de que vienen spoilers, o sea, que voy a barbotear todo lo que me ha inspirado la película, que no es poco. Así que voy a hablar de ella. Punto.

Un buen día llegan extraterrestres al mundo actual. O sea, al siglo XXI. O sea, al mundo globalizado, donde todos podemos acceder a toda esquina del planeta. Donde todos tienen que decir algo. Donde todos se espían y calculan, valoran y juzgan las acciones de sus vecinos, pero desde su único punto de vista. Donde con toda esa información, se siguen tomando decisiones egoístas. Mundo globalizado... qué chiste.

Pues bueno, doce naves muy alejadas del concepto ufo, muy primitivas y desmesuradas, llegan a la Tierra y bajan hasta quedarse en suspensión, a la espera de nuestra reacción. Y ahí tenemos a la lingüista Louise, una profesional incuestionable que tiende a ser una solitaria en ese mundo tan ancho. Pero antes (¡ja, antes! otro chiste) tenemos una historia  de vida agridulce, básica, el puntal de todo lo que se nos va a explicar. Una madre y su hija. Un nacimiento. Alegría. Amor. Una pérdida que destruye el alma. Quien haya cogido la mano de un bebé y atesore ese recuerdo lo entenderá. Quién no se aburrirá soberanamente.

Louise es la experta lingüista a quien recurre el ejército de los EEUU para comunicarse con estos seres. Ella y un científico que debiera incluir racionalidad en la fórmula. Llegan al campamento, y les dan a entender que se lo monten como quieran, pero es imperativo hacer preguntas a los recién llegados, y lo más importante: recibir respuestas, y ser los primeros en todo el mundo a ser posible.

Y ahí empieza el festival, en el que los humanos y nuestra desconfianza patológica desencadenan el desastre, y en el que la mente privilegiada de esta lingüista logra desentrañar los ¿ideogramas? de los mastodónticos heptápodos y salvar al mundo. Ni más ni menos. Bueno, bastante más. Abre una olvidada ventana a cómo enfocar la vida. Sí, sí, la vida real. Los escépticos a estas alturas debieran saber ya que el género fantástico y la ciencia ficción tienen una privilegiada capacidad llamada aplicabilidad.

Si empezamos porque la película consigue que le cojamos cariño a dos pulpos gigantes ya se demuestra bastante su habilidad. Pero cuando poco a poco descubrimos que los emotivos recuerdos no son tales, sino algo parecido a premoniciones ahí ya estamos vendidos. Esa niña, Hannah, ese palíndromo tan hermoso que no es ni más ni menos que una metáfora del tiempo, sin principio ni final, ese puzzle que Louise va resolviendo a contrarreloj, eso es arte. Cuando llegamos a las conclusiones finales, estas se nos revelan como muñecas rusas que intentan desentrañar un nuevo concepto de espacio-tiempo. Porque cuando los extraterrestres llegan empieza a la película. Pero cuando se van empieza el alucine. 

Una nueva ventana al concepto del tiempo. El pasado, presente y futuro se mezclan en una maravilla que al final logramos entender, o al menos asimilar, como el concepto de comunicación de los extraterrestres. Siempre me pierdo en las paradojas temporales, pero he de reconocer que cuando llega el desenlace con cierta llamada telefónica vía satélite hubiera aplaudido maravillada. Y no sólo por la parábola, sinó por esa idea tan hermosa y tan profunda que me colmó en ese justo instante: toda la película intentando encontrar un sistema de comunicación racional y universal, y resulta que son dos pulpos gigantes los que nos descubren que el idioma universal, común a todos, lo tenemos dentro de nosotros mismos: los sentimientos, las emociones. Louise consigue detener un desastre mundial con algo tan simple como conmovedor: las últimas palabras de la moribunda esposa del mandamás chino. Dicho así parece hasta simple, pero ¡qué valiente es mostrar esa solución tan simple y complicada a la vez!

Son los extraterrestres los que nos regalan un nuevo concepto del tiempo, pero sólo cuando así conseguimos 'comunicarnos entre nosotros mismos', que es el punto de inflexión que permitirá salvarlos en 3.000 años. Louise se convierte en la nueva heroína de la humanidad, justo cuando hace lo que exactamente lo que pide a esos seres sobrehumanos: comunicarse entre ellos.

Y así lo entendemos todo. Louise e Ian se enamoran. Y nuestra lingüista y nuestro científico crean una vida en común, y la afirman con la feliz llegada de Hannah. Tan llena de emoción como la llegada de cualquier nueva vida, aunque aquí nos tocan un poco más la fibra al saber desde el principio, el fin: que Hannah va a morir. Y que esa vida en común se desintegrará porque Ian no va a poder aceptar que Louise lo supiera todo y no hiciera nada para cambiarlo. Amor, felicidad, dolor, pérdida.

Quiero ser tan trascendente que las ideas se mezclan con el sueño y ya es casi imposible sacar a relucir más conclusiones de la película. Así que voy acortando a modo de conclusión lapidaria. Lo más conmovedor, mi ¡aleluya! personal: el idioma universal son los sentimientos. 

Y bueno, ya que estoy espléndida me explayaré un poco más: no seamos esclavos del tiempo. Que el Tiempo sea nuestra arma definitiva, continua e irrepetible. El Tiempo, nuestra espada de Damocles. Y si le dejamos, nuestro salvador.

Etiquetas:

1.1.13

¿Cuántas veces?

¿Cuántas veces? ¿Se romperá algún día la tecla de reinicio? ¿existe un ctrl+alt+supr para la vida real? Y cuando digo real, me refiero a REAL.

Imagino, sólo imagino, que un buen día una tiene que decidirse, echar una mirada atrás y alrededor, memorizar el paisaje, las colinas amables, los árboles mansos, los riachuelos tranquilos y la inofensiva hierba, suspirar profundamente y dar un paso, luego otro, luego otro más, y si es necesario echar a correr hacia la espesura, hacia los bosques salvajes inexplorados, perderse por los retorcidos caminos cuesta arriba de las montañas, atravesar valles y desiertos, sentir la lluvia, el frío y una nueva brisa que acaricie la piel para llegar al fin a un nuevo refugio, ponerse frente a un espejo y reconocer a la persona que te devuelva.

¿Realmente hay un orden establecido? Ese orden sagrado que todos respetan o al que todos se resignan y algunos disfrutan... El "allá tú" si te lo saltas ha resultado ser cruel.

Pero si algo sé en este año que empieza, si hay algo que aún tengo claro, es esto: quiero seguir fuera del orden establecido. Una vez que lo ves desde fuera, no puedes entrar en él como si nada y que automáticamente se te borre la memoria. Por ahora me temo que sería vivir una mentira. Y no quiero. 

He dormitado en el sofá. Cené la misma basura que solía cenar en el 2012. He visto una película intrascendente ('Todos los días de mi vida', drama romántico que ni fu ni fa, además, sigue sin decirme nada Channing Tatum, le veo algo raro a ese tío, no sé son las orejas...) pero he pasado un buen rato, ¡qué narices! Amo el cine, y las películas intrascendentes son tan necesarias como las que se quedan grabadas en la memoria.

¿Que cuántas veces? ...pues me temo que las que haga falta, caiga quién caiga :)

26.5.11

En el baúl de los objetos perdidos.

Sí, estoy viva...
Por suerte bien... con todo lo que está cayendo alrededor, pues bien, ¿cómo voy a estar?

...sólo que ando un pelín más perdida de lo normal...
...más silenciosa...
...vacua...
...aunque llena de preguntas
...y evitando las respuestas, cómo no
...atascada en una nada muy incómoda
...y aún buscando un lugar en el mundo, ¡aún!
...incapaz de enfrentar cara a cara según que cosas
...sintiendo que he llegado tarde a demasiadas citas con la vida
...pero aún con ganas de enmendar los errores
...de ser honesta conmigo misma
...de buscar esa chispa esquiva.
...y poder mirarme al espejo y respetar lo que vea.

Paso a paso, dicen. Toca reivindicar los pequeños cambios, así que... empecemos con la constancia.

29.4.10

Disculpe, Sr.Lobo, ¿puedo hacerle una foto?

Título curioso después de tanto tiempo sin escribir aquí. Deben ser las horas. O el cansancio, más mental que físico... No sé el motivo, pero aquí dejo la anécdota del día, uno de tantos demasiado submergido en los dramas laborales, que acaban engullendo el resto del día. Menos esta extraña situación que procedo a explicar a continuación...

Llegué a casa esta tarde con la intención de aprovechar este mini-verano adelantado y quemar mi histerismo laboral caminando por el monte. Sí, como el verano y otoño pasado, enfilé la vieja ruta de siempre: el Serrat del Xipell hacia arriba y en la bifurcación girar a la izquierda, y luego izquierda de nuevo, de regreso a la civilización. El campo tantas veces fotografiado tenía la cebada ya altísima, y he decidido que tengo que volver a hacerle una foto desde el mismo punto de siempre, y con esas fotos campestres acabaré por hacer algo, seguro... Bueno, ese no es el tema importante, vayamos al grano.

Después de la segunda bifurcación a la izquierda viene una bajada muy larga y pronunciada, donde el margen derecho del camino va quedando cada vez más alto mientras a la izquierda se vuelve a ver el pueblo precedido por el cementerio. Iba yo absorta en el maldito móvil, que no quería funcionar, intentando hacer una llamada cuando algo me ha hecho girarme hacia el margen derecho para fijar la mirada, directamente, en un lobo que me estaba observando, sentado entre la alta yerba. Sí, un lobo. Un lobo en pleno Bages, a 1 km. escaso de las casas bajas que delimitan la civilización y los altos cipreses de la última morada. Sin poder reaccionar apenas, sólo atiné a reducir la marcha sin dejar de mirarlo, y sonreírle. Estoy loca, lo sé, pero esa situación era tan improbable y extraña que no lo he podido evitar. Estaba maravillada viendo la faz, la cruz y las patas delanteras de ese ejemplar gris y escuálido, que de repente se quedó serio y me devolvió la mirada. Entonces fui consciente de que si mi impresión era cierta y no se trataba de un perro cruzado sino de un lobo de verdad estaba caminando sola bajo la atenta mirada de un animal salvaje. Dejé de mirarlo. Aceleré la marcha, pero sin correr. El corazón acelerado. Volví a girarme y ahí estaba, en el mismo sitio, más pequeño pero igual de impresionante, hasta que desapareció de mi vista por la orografía del camino.

Y aquí viene la segunda impresión. Tuve una sensación muy rara, como si "algo" pasara detrás mío provocando una reverberación en el ambiente que me rodeaba. Se me pusieron los pelos de punta y me giré, pero, evidentemente, ahí no había nada. Sólo se escuchaban los pájaros y un cortacésped que estaban utilizando muy cerca. Me tranquilicé, seguí caminando, dejé atrás el cortacésped, la tapia del cementerio y un perro con su amo, y todo volvió a la normalidad.

¿No me lo he imaginado, verdad? Lo curioso es que en ese encuentro, sospecho, irrepetible, tenía el móvil en la mano, y no se me ocurrió hacerle una foto a mi compañero eventual de excursión para asegurarme a mí misma que no me lo he imaginado. Y hasta puede que no sea un lobo (aunque tenga muy presente las imágenes de Felix Rodriguez de la Fuente y sus amigos del alma). Y seguro que mi extraño pálpito se debió al miedo y punto, ¿qué va a ser, sinó? Quién sabe; el colofón extraordinario a un día totalmente olvidable hasta ese momento.


Si me lo vuelvo a encontrar le hago la foto, aunque no me de permiso.


Pd.: Detalle añadido el día siguiente, con algo más de calma y la cabeza centrada: im-po-si-ble que fuera un lobo; sería un perro lobo de alguna granja cercana. Los lobos presentes en Catalunya están totalmente controlados en el Parque del Cadí-Moixeró. Sí, lo sé, ahora mi texto queda totalmente fantasioso y exagerado... pero bueno, es la impresión que tuve, y ahí queda la constancia. Sólo puedo decir: chavalote, si no eras un lobo me has engañado de todas todas, ¡applause!

29.6.09

Verano

Ha llegado el verano. Calor sofocante, la dictadura del sol, siestas imposibles, noches en vela, terracitas al atardecer... vacaciones...
No suele ser mi estación del año favorita, pero al menos la he empezado con buen pie. No, esa no es la expresión adecuada, pues el sábado fue cuando me desgracié los dedos meñiques de mis pies al ponerme un calzado que no debía para patear por Barcelona, así que no empecé con buen pie literalmente, pero creo que se me entiende, ¿verdad? Dejaría constancia visual de la piel levantada de mis deditos maltrechos, pero como no es de muy buen gusto lo dejaré a la imaginación y al recuerdo (aún hoy lunes me resiento y voy coja por las esquinas...).
Eso sí, el domingo fue un día veraniego con todas las de la ley. Cogimos la carretera hacia Solsona en la mañana soleada y una hora más tarde nos aposentamos a la orilla de la Riera Salada, dispuestos a chapotear en el agua helada, coger algo de color en la piel, reír en compañía de seres queridos y comer las socorridas patatas fritas con los macarrones que acaban siendo el mejor plato del mundo mundial, comidos con tenedores de plástico a la sombra de los pinos... Hasta tiene su atractivo el típico chorretón de sandía que recorre el antebrazo a su ritmo. Sí, se puede decir que hasta tuvo su gracia esa siesta en el irregular suelo mecidos por la melodía de la corriente, a pesar de la señora araña que decidió acabar con mi modorra al aposentarse en mi espalda. Hasta eso merece un recuerdo positivo, y ya es decir para mí.
Ahora bien, el verano también está teniendo otra imagen mucho menos atractiva: los incendios. En unas dos semanas ya he presenciado 7 columnas de humo en la comarca (esta tarde la última), desde la ventana de la oficina. Esa es otra "postal" indeseada del verano, y parece que este año quiere causar impacto. Veremos quién ganará la partida...







31.5.09

Tarde de domingo + filosofía oriental

Vaya tormentón acaba de caer. Aquí estoy, con la luz encendida, poniendo al día este blog mío que sigue sin estar especialmente lúcido, pero que SIGUE, que es lo importante :)
Domingo por la tarde. Esto se convierte en una costumbre, por lo que parece... A punto estoy de volver a irme, esta vez a una mini-reunión familiar y luego al cine, seguramente a "soportar" el careto de Tom Hanks en "Angeles y Demonios" o, con un poco de suerte, mis dos compañeros cinéfilos del domingo se convencerán de que es mejor ver "Los hombres que no amaban a las mujeres". Ojalá... si no, habrá que conformarse con ver a Ewan Mc Gregor con sotana :p
Semana acabada. Atrás han quedado la emoción y los festejos por la Champions del Pep-Barça (sí, tenía un alter ego culé escondido por ahí, ¿qué pasa?) y el nuevo vicio en el que se ha convertido cierto foro de cierto aguilucho... jeje... Algún día tocará dedicar un post a la serie revelación de Tve, pero antes esperaré a que pase algo más de tiempo y la vea con perspectiva, que ahora no soy muy objetiva con eso del SGM (o sea, síndrome de gonzalo de montalvo, una historia muy larga).
A lo que iba: esta mañana he vuelto a mi nueva costumbre y he enfilado la mañana de domingo por los caminos soleados. ¡Qué gozada! Con qué energías se vuelve, parece que se vea el día y la semana por venir de otra manera. Esta mañana me he liado la manta a la cabeza y he cambiado algo la ruta; en la encrucijada me he decidido por llegar a la ermita de Sant Martí de Serraïma. Y hacia allá que fui: a pleno sol, y con la bso de El Señor de los Anillos para crear algo más de ambiente, he caminado a buen ritmo hasta divisar esa silueta tan encantadoramente medieval, cuando estaba a punto de sacar el hígado por la boca...

Subí las escalerillas que llevan a la parte delantera, aparté de mis hombros las asquerosas telas de araña y me senté a la sombra, ante el campanario. Cinco minutos de silencio y vuelta a empezar, con energías renovadas para conseguir caminar los 10 km. de ida y vuelta en una hora y cuarto. ¡Misión cumplida!


Ahora tengo las agujetas de rigor, sí, pero me siento muy bien conmigo misma. A ver si esta costumbre de los domingos por la mañana se convierte en eso, en costumbre (aunque llevarla a cabo una horita antes no iría nada mal...).
Luego, tras la comida, ha habido una conversación de esas que te hacen redescubrir cosas que ya sabes. Mis cuñados son karatecas desde que eran unos pequeñajos; tuvieron la suerte de ser constantes y tener a mano las enseñanzas directas de un sensei que, más que entrenarlos para la competición, ha creado escuela para seguir mediante la práctica del arte marcial y el estilo de vida los preceptos del karate-do. Mi cuñado acababa de volver de un stage, y supongo que el tener tan cerca al sensei y sus enseñanzas ha hecho que habláramos largo y tendido sobre eso, de establecer en nuestra vida común la sabiduría ancestral para conseguir lo que todos deberíamos ansiar: mente sana en cuerpo sano. Algo tan sencillo como comer bien, respetar tu cuerpo y escucharlo y, por encima de todo, RESPIRAR, dedicar un tiempo cada día de nuestra vida a ser conscientes de la respiración, puede convertirse en toda una filosofía de vida...
O sea, que todo lo hablado unido con mis ganas de estar más cómoda conmigo misma me han llevado a un pacto con mi hermana: cada mañana levantarse un poco antes, salir al balcón, oxigenar el cuerpo con inspiraciones profundas, y hacer un ejercicio que con constancia le quitará terreno a la odiosa celulitis... Ya veremos; por ahora nos iremos llamando cada día para asegurar que ninguna de los dos nos "rajamos"... "Ooooooooommmmmmmm"




24.5.09

y de repente llegó el buen tiempo!

Mañana ya estaremos en la última semana de mayo. El tiempo no corre, vuela.
El calor ha llegado al estilo invasor, y estos dos días ha sido bastante agobiante... pero bueno, mejor calor que frío, por ahora. Este mediodía lo he comprobado yendo al albergue de Castelladral a comer. Paisaje precioso, comida abundante y buena y precios asequibles para ser domingo. Chapeau!!!


La verdad es que el albergue ha resultado ser un candidato para futuribles quedadas, aunque me parece que estan en peligro de extinción. Por si las moscas nos han enseñado las 3 habitaciones (un total de 50 plazas), los lavabos eran decentes y sé que se come bien, así que apuntado queda. Para regresar hemos dado la vuelta turística, volviendo por la carretera de Navás, y ha sido una gozada conducir con tranquilidad por un paisaje tan bonito... tan relajada he llegado que ni café ni ostias, me he metido en la cama y me he pegado un siestón de casi 1 hora que me ha sentado de perlas :)
Siguiendo la regresión en la que se ha convertido este post, esta mañana también he estado un poco más activa de lo normal para mi. A las 10,15 h, antes de desayunar, he cogido la cámara y me he ido a dar un paseo y a sudar la gota gorda (qué se le va a hacer si todos los caminos de Sallent empiezan en subida).
Aquí está la recompensa de casi media hora más tarde...
... después de haber sobrevivido a la aparición de un lagarto gigante (pobrecillo, si lo he asustado yo y ha salido corriendo, no me ha dado tiempo ni de acojonarme) me ha dado por hacer fotos a flores, a practicar con la cámara en plan autodidacta (un día de estos me tendré que estudiar a fondo la web de fotografía que me pasó cierta persona) y creo que acabaré imprimiendo esas fotos un siglo de estos y las colgaré en las aburridas paredes de mi piso, para darles algo de vidilla (suerte que al menos no son blancas; los colores algo decoran).


Así fue el penúltimo domingo de mayo. Precedido por un viernes desaprovechado y un sábado barcelonés y cinéfilo (algún día tenía que ser el primero en ver una película sueca en V.O. La experiencia fue genial: "Déjame entrar" es un peliculón en todas sus vertientes). Lo dicho, llegó el buen tiempo y las ganas de romper la monotonía!